Liderazgo: ¿pasado de moda? .-

Este post lo comienzo con la respuesta en lugar de dejarla para el final como debería ser. Pero, qué quieren que les diga, me siento generoso. Así pues, ni está pasado ni lo estará. Al menos el liderazgo, el término. Otra cosa es la interpretación. Esa sí, esa sí está pasada. Pasada por pasada, como se pasa la fruta, pasada por rancia, por soberbia, por arrogancia y por vanidad. Y no crean que me se me ha alterado la hormona, nada de eso, que está de lo más modosita.

Afortunadamente, en esta crisis “virtual”, pues la hemos padecido sin que oficialmente existiera, se han disuelto las ínfulas de “cienes y cienes” de Benitos González, líderes de pichinglás y con los mismos tics que el ya citado protagonista de “Huevos de Oro” (magnífica película por lo que tuvo de premonitoria viendo el patio inmobiliario que hemos padecido). Gente que por tener suerte, la cual ha acompañado a todo el mundo excepto a los gafes irredentos, creyó que era pariente del rey Midas. Y claro, cuando uno se lo cree y se calienta termina con todo el mesianismo que hay en botica, se lo toma y se le sube; normal. Y si además tiene una cohorte de palmeros como la de los Chunguitos, el subidón es espacial, estelar y estratosférico. Y palmeros hay muchos, y siempre al calor del “parné”. Pero este número siempre se ve superado por el de ignorantes que creen sinceras las palmas y halagos. He aquí un ataque frontal contra uno de nuestros tan españoles pecados capitales: la soberbia, pero Ustedes quizá no la conozcan.

Pero claro, como dijo un sabio “todo lo que sube tiende a bajar”. Y si sólo tendiera la cosa no sería grave, lo que ocurre es que no sólo tiende, sino que persevera, máldita ella, tozuda gravedad e irremediablemente el encuentro con el suelo se adelanta a cualquier aleteo del interfecto, con lo que el morterazo le deja menos piños que al abuelo cebolleta. Y es por ello, por haber perdido la piñata por lo que no se atreven a mostrarse, pues ellos siempre sonríen, pero claro, les gusta hacerlo con sonrisa profidén y no con un piano que sólo tiene bemoles y sostenidos.

¿Y entonces, Capitán Gonzo, qué ocurre, han perdido el liderazgo quienes se presentaban ante quien quisiera escucharles diciendo “nosotros los líderes”? Pues no, en absoluto. No han perdido nada, pues nada han tenido. Simplemente se han quedado con el culo al aire y, créanme, lo tienen de lo más feo y vulgar. Y con granos, todo he de decirlo.

Simplemente un par de precisiones sobre liderazgo. Primera y ya la cité en un post anterior: uno es líder porque lo deciden los demás, no uno mismo. Reactividad frente a proactividad, al menos en la definición de roles. Otra cosa es que quiera decir que los líderes deben ser pasmarotes; en absoluto,  not at all, überhaupt nicht, pas du tout.

Cienes de cienes ya han quedado “escoliminados” con este apunte, ¿no?

Y ahora va el segundo. Este es un poco más complejillo en su comprensión pero, Ustedes, que tienen la almendra para algo más que llevar las gafas de sol como diadema lo entenderán a la primera. La verdad es que se suelen confundir roles con una cierta similitud con el liderazgo propiamente dicho; sin embargo no tienen demasiado que ver. Y si no, veamos. Primero nos encontramos con el pacificador, también llamado democratizador (que no es lo mismo que luchador por las libertades, eso déjenlo para los autoproclamados intelectuales: item más). Éste, lo único que hace es contar, promediar y anunciar. Ni más, ni menos. Y lo hace con los votos de los presentes. A pesar de lo obvio algunos piensan que es una suerte de liderazgo: nada más lejos de la realidad.

Y luego están los segundos, quienes ejercen de jueces y sueñan liderar. Deciden entre las opciones que se le presentan. Juegan a ser Salomón aunque con menos años y sabiduría. Bueno, es una aproximación, pero corta y rala.

Y luego, luego está el auténtico líder, aunque reconozco que tras tanto uso y abuso del término casi me gustaría poder contar con un sinónimo igual de contundente en su significado. ¿Y qué hace éste? Bien, en su primera aproximación, y siguiendo con el ejemplo que nos ha traído hasta aquí, ni cuenta y promedia, ni da la razón a uno u otro sino que decide por sí mismo lo mejor para todos, haya sido la solución aportada por alguien o por él mismo. Pero esto, por definición, implica un carácter reactivo (esta vez no en cuanto a la definición de si es líder o no, sino en cuanto a su voluntad de ejercer como tal) y aquí sí debe ser proactivo. Proactivo al definir cuál es el problema si es que lo hay, qué es prioritario, en qué se plasma todo ello en forma de objetivo común, a quién implica, qué o a quién sacrifica en pos de dicho objetivo, cómo implicar a la comunidad, enlazando todo ello con unos principios mantenidos pero evolutivos y, sobre todo generales a toda la comunidad.

¿Y qué han mostrado nuestros autoaclamados líderes sobre ello? Nada, pero ya saben, en este país confundimos tocino y velocidad a la idem del rayo y nos empanamos con una soltura pasmosa. Y así no es de extrañar que saber firmar aunque no escribir te convierte en literato, y hacer mucha pasta, casi al estilo de Capone te habilita para dar conferencias por doquier en cualquier foro que te planten delante, sea éste del tema que sea. Y así nos va. Pero bueno, me desquitaré al respecto en otro post con título con cafeína.

Mientras tanto voy praticando el saludo militar, que donde manda patrón, ya saben, no manda marinero. Que Ustedes lo naveguen bien.